Siempre llega el enanito
con sus herramientas
de aflojar los odios y apretar amores.
Siempre llega el enanito,
siempre oreja dentro
con afán risueño de inundar lo roto.
Siempre apartando piedras de aquí,
basura de allá, haciendo labor.
Siempre va esta personita feliz
trocando lo sucio en oro.
Siempre llega hasta el salón principal
donde esta el motor que mueve la luz.
Y siempre allí hace su tarea mejor
el reparador de sueños.
Siempre llega el enanito
hasta la persona,
hasta todo el pueblo, hasta el universo.
Siempre llega el enanito
y desde esa hora
se acaba el silencio y aparece el trino.