Abierto, reposa el viejo en su sillón
mira la calle, dice palabras,
que sobreviven sólo en su voz.
Repisas y jaulas, lo deben amortajar
porque sus sueños, secos y ajados
de donde yacen, no volverán.
Lo veo y casi quisiera darle una flor,
pero la historia de este planeta
no va a acabarme una canción.
Si existe consuelo, consiste en comprender
que cuando a un niño le queda corta una camisa
es de crecer.