Carretón, coche en mis juegos
con látigos de papel
y una piedra de corcel
tiraba en riendas de fuegos.
Carretón, carreta luego,
de andar triste y oxidado,
se hizo trabajo pesado
de mis hermanos mayores.
Y al centro de los dolores
iba mi padre sentado.
Niño apenas le miraba
irse, mas cuando volvía
venía callado ante el día
tras de su yegua cansada.
Calle San Juan, por tu grava
cuántas huellas de pobreza
fueron vendiendo dureza
de la suerte de mi padre
para entregarle a mi madre
un bocado de tristeza.
Veo tus manos aún fuertes
triunfal del tiempo emergiendo,
y tus arrugas sonriendo
detrás de tu vieja muerte.
Cuánto diera por tenerte,
aquí, que hoy todos son dueños,
este hoy que suma empeños
del sudor de tus camisas
cuando brindamos sonrisas
en carretones de sueños.