Dejaré la ciudad que me distrae del amor, mi barca, el Puerto y el voltímetro encendido que llevo en el bolsillo, el
autómnibus zumbando, y el más bello pájaro, que es el avión y tentaré a la chica que ahora llega y ya me priva, le diré cómo la copa, melancólica está del vino –y mi brazo de su cuello– y verá que ahora tiro la stylo y no la cojo, y me haré el rostro pálido como si fuera un chico y diré malicioso: –como un piñón es la boca que me cautiva.