Al fin de esta cantaleta
brincoteó hasta mi lugar,
se dio una hábil marometa
y me invitó a participar.
-Ande, anímese.-Me dijo-
¿qué tiene usted que agregar?
A lo que yo respondí:
-nada hombre nada ¡qué va!
Siga usted, cuéntelo todo,
diga lo que quiera y más;
yo esperaré mi momento,
ya le atraparé algún cuento
y entonces sí que me oirá.
-Pamplinas- Dijo-
futesas, amenazas nada más.
Y siguió hablando patrañas.
Yo aguardaba silencioso
maquinando un tenebroso
maquinando un tenebroso
plan astuto y arriesgado.
Obstinado y peligroso
con heroísmo suicida
juré desenmascararle
aunque perdiera la vida.
Él, en tanto, se expresaba
como gran conversador.
Y le oí lo que esperaba,
de las mentiras la peor.
Que fue invitado una mañana
de un gran investigador,
y que era financiadora
la agrupación cortesana.
Que asistió al experimento
en el que habían descubierto
pues que la tierra era plana
y que era todo de momento.
Pero yo escuchaba atento
y dominando otras teorías
taché de supercherías
sus embustes y sus cuentos
y le interrumpí:
-Momento caballero, son habladas;
he aquí una persona culta
a la que mantienen callada
por el uso de la fuerza.
Pero anuncio que esta farsa
voy a desacreditar.
Yo levantaré el suspenso
de mi velo de silencio,
y que brille la verdad
como una espada vengadora
que en mano conocedora
siempre infunde claridad.
Sepan hoy pues, los amantes
de la ciencia y la cultura,
que en un pliegue de mi capa
y donde faltan seis costuras,
guardo escondido un real mapa
de la Tierra y sus contornos.
De los viajes y retornos
de intrépidos navegantes
que aportan interesantes
descubrimientos por mar, y,
que ante tanta concurrencia
valdría la pena aclarar.
El plano que ven ustedes
tiene una forma indicada de mirarse
y a la que ha llamado el rey
La Cartografía Explicada.
Y, éste es el modo correcto
de estudiar cartografía:
el sur, debe estar abajo,
el norte... creo que es arriba,
y el oriente y el poniente
a su extremo cada cual.
Y el mundo debe observarse
conforme a la nueva ley,
porque así lo manda el rey,
desde un plano vertical.
Y, una vez puestos de acuerdo
en estos simples pormenores,
vamos al grano señores
y aclaremos este enredo.
La teoría de que la Tierra
es plana fue considerada
llamémosle obscurantista,
hoy, vetusta y retrasada.
Y, observen mi mapa atentos.
Antes, no me digan nada.
Notan ustedes lo mismo
que tengo ante la mirada...
pues, que la Tierra es cuadrada
y es todo cuanto sabemos.
Se oyeron gritos de miedo
y risas de incredulidad,
porque a veces la verdad
aturde y causa revuelo
si se expone así sin nada.
Pero ahí había una mirada
que observaba con recelo
la veracidad reciente y
contundente de mi plano.
Que ondeaba como señal,
en esa tarde de verano
en que se acercó e profano
conde Bruno del Breñal.
Y me dijo: -así que tiene
un mapa mundi en su poder,
le exijo que me deje ver
si es un plano autorizado,
que hoy en día y por todos lados
graban lo que más conviene.
Yo le dije: - aquí lo tiene caballero,
échele un ojo,
y no me permita el enojo
de tener pues que guardarle
antes de que se convenza.
Conque acérquese a mirarle
y dígame ¿qué es lo que piensa?
Se me acercó sin tardanza
y se colocó a mi lado,
lo miró con desconfianza
y dijo algo perturbado.
-Pues tiene el nombre del rey,
y de muchos concejales,
y creo que también usted
tiene quince emblemas reales.
¿Quién es usted? -Me indagó-,
nada tengo que decirle- Respondí-,
esa pregunta debió hacerla
antes de irse de la boca,
sí señor, a tal extremo
que en vez de participante del saber,
parece el dueño.
Lo miré frunciendo el ceño
e iba sobre él sin tardanza,
más se atravesó un pequeño
que interrumpió mi venganza.
Siempre he respondido atento
las preguntas de los niños,
así que voltee a mirarle
y le pregunté:
-¿Qué te pasa hijo?, di
¿qué te tiene intrigado?
A lo que el rapaz me dijo
con sus escasos siete años.
-Óigame, pues yo no creo
vivir en un mundo acostado,
porque entonces si así fuera
no podría escupir parado.
Ni tendría yo la mollera
para arriba y el tamaño
no sería cuestión de altura,
sino de gordura y de ancho.
Ah, y no me vuelva a decir hijo,
tendría yo que estar tarado.
y corrió con sus papás,
a donde ya no le vi más.
Yo le escuchaba paciente
e iba a contestarle cuando
vine de pronto a acordarme
que eso no lo había pensado.
Y muchos menos preguntado al rey
en el momento cuando
me entregara la teoría
de La Cartografía Cuadrada.
Nadie le criticó nada
ni dijo esta boca es mía .
De modo que estaba a punto
de brillar por mi insapiencia,
cuando entre la concurrencia
surgió una voz conocida,
y era la del conde Bruno
que iluminado decía:
-Su teoría es muy acertada
y aún si la Tierra es cuadrada,
¡Diablos! no tiene por eso
que perder su cara plana.
A esto le llamo progreso.
Y acostó e mapa en el suelo
y dijo que las dos teorías
se unían ambas, y explicábanse
notable mejoría.
Y vino a preguntar de nuevo...
-¿o no es así compañero?
-Bueno, supongo que sí.-Corroboré-,
este... más o menos.
Y entonces lo que me dijo
me acabó de convencer.
-No me venga con modestias,
-exclamó-.No se haga el tonto,
no olvide las consecuencias
de antiguas interrupciones.
Caballeros, venga venga
un fuerte aplauso cariñoso
a este gran hombre de ciencia,
que domina planisferios
y cartografías modernas.
Y entonces, y ante ese aplauso
yo también me presenté,
y así finiquita el cuento:
Hombre letrado por ley
y por si no me conocieran...
Marcabrú, juglar del rey.