¿Y si esta noche
de recuerdos liberados,
como una ventana abierta
pudiese hallar en este
laberinto de historias,
el norte y dirección?
A lo mejor consigo
estos años después, aquí
y de nuevo ante tu puerta,
llamar en nombre
del pasado y lo perdido
a lo que nunca apareció.
A lo mejor pudiera
veinte años después, juntando
más buenas razones.
Para que, estar así
parado ante mi sombra
no me invitara a escapar
de ti y de mí, y del vértigo
de hablar contigo
en casi todas las sesiones.
Sabrías de años de ir
recorriendo mil lugares
donde no te volví a hallar.
No importa cuántos ojos
he visto después de descubrir
tus ojos claros,
si a mí, tus ojos me enseñaron
a ver.
No importa cuántas
veces tenga que venir a
recordar bajo el manzano,
que no eres tú quien ha habitado
en esta casa, por más que insista
en volver.Por más que insista
en volver.
La noche es larga
y en sus vuelos me conduce
a los linderos de lo extraño.
A esta casa sin puertas, donde
susurran las hojas
que otoño acarreó.
Que ahora practican los pasillos
cuando el viento araña inquieto
en el tejado,
suben y bajan la escalera
tras los ecos de unos pasos
que no son.
Sería el haber dejado
tantos elementos al designio
de la alquimia,
que el caminar por los espacios
de tu casa siento que
se acerca a ti.
Y vuelvo a ver abierta
esta casa sin puertas
a la verde trama hermínea
que insiste en tejer
con su manto enredadera
el patio en donde no te vi.
Sería el amor que no sentimos
o el afán de irle poniendo mientras tantos.
Tu sonrisa es una fruta
que no se deja probar.
Un paisaje que dibujaré
otra vez en lienzo blanco,
con la tiza de la noche,
con la claridad lunar.
Y las hojas se liberan
como páginas de un árbol.
Yo elaboro el equilibrio
con un ábaco interior,
que adivino en los planetas
y en los giros de los astros,
en la longitud del sueño,
y en la latitud del sol.
Tu sonrisa es esa ausencia
que atesoro para siempre.
Es una casa que ha rodeado
un bosque de oro en donde
nunca más estás.
Donde nunca más estás...
Donde nunca más estás.