HAURRAK HAUNDITZEN DOAZ
Al atardecer estamos cansados
hemos creído tanto
o, quizá, tan poco.
Los niños van creciendo.
Hay tantas piedras a diario
dificultando el camino
como arañas en el cerebro
y el sueño se vuelve pesado
el amor más rutinario
y tus ojos están tristes
porque te diste cuenta
de que era del montón
que no hay misterios
en el devenir de la vida.
Pero siguen pasando trenes
y soñamos el bello viaje.
Aún soñamos de mañana
a la luz del alba
al oír pasar el tren.