Caminé todas las calles
de Buenos Aires, y es cierto,
a bordo de mis zapatos
que siempre llegan a viejo.
Nací en Palermo hace mucho,
amé y a veces me amaron,
a bordo de mis zapatos
voy o no voy pero avanzo.
Dos desencuentros o más
no del todo me curtieron,
por eso lloran a veces
mis lágrimas del silencio.
Aunque una luz al instante
cambia el paisaje de veras,
a bordo de mis zapatos
sigo gastando las suelas.
Ya encanecidas mis sienes
pero el verano en mis sueños,
a bordo de mis zapatos
cruzo la vida y la quiero.