¡María!
no vuelvas María,
que nada ha quedado
de aquella alegría
que honrado te dí.
¡María!
no vuelvas María,
que solo hallarías
el eco cansado
de un vals para tí.
!María!,
no vuelvas María,
trayéndome ingrata
la mancha escarlata
de tu frenesí.
!María!
si llega ese día,
no sé que sería,
María, de mí.
¡María!
creyéndote mía,
te daba el sincero
cariño primero
que fue mi ilusión.
¡No vuelvas!
que ya no te quiero,
¡María, María!
de mi corazón.