Ha plateado la luna el Riachuelo
y hay un barco que vuelve del mar,
como un dulce pedazo de cielo
con un viejo puñado de sal.
Golondrina perdida en el viento,
por qué calle remota andará,
con un vaso de alcohol y de miedo
tras el vidrio empanado de un bar.
La cantina
llora siempre que te evoca
cuando toca, piano, piano,
su acordeón el italiano...
La cantina,
que es un poco de la vida
donde estabas escondida
tras el hueco de mi mano.
De mi mano
que te llama silenciosa,
mariposa que al volar,
me dejó sobre la boca, ¡sí!
su salado gusto a mar.
Se ha dormido entre jarcias la luna,
llora un tango su verso tristón,
y entre un poco de viento y espuma
llega el eco fatal de tu voz.
Tarantela del barco italiano
la cantina se ha puesto feliz,
pero siento que llora lejano
tu recuerdo vestido de gris.