Este cuarto tuvo toda su ternura
y este espejo reflejó su cara buena,
latiendo entre las sombras me condena
la mano misteriosa del reloj.
Ya se fue, me dice todo con tristeza,
y el vaso del alcohol ya no me ayuda.
No puedo corazón vivir sin ella...
Sin ella que era todo... nada soy.
Sin ella, estoy sin ella, triste y solo.
Pensar que por quererla la dejé.
Pensar que era la vida de mis ojos,
pensar que de mis ojos la arranqué.
Jamás ha de saber lo que la lloro,
jamás ha de saber que me maté,
que bebo mi amargura como un loco,
que muero por la angustia de querer.
Si la encuentran mis amigos no le digan
que me vieron solitario y desvelado;
buscando entre las sombras del pasado
las cosas que me hablan de su amor.
Pero inútil es la noche que la esconde,
y es esta vida cruel que me castiga.
Tan sólo entre las sombras me responde
la lluvia de la ausencia y del adiós.