Nunca fue feliz, jamás le habló de amor
su pobre vida gris sin luz ni flor.
Tras el ventanal Malvaloca sueña igual,
presa en la quimera de la espera.
Pálida su tez tal vez se marchitó
detrás del delantal de su niñez.
Y en una claridad de luna
ninguna le igualó su palidez.
Malva... ya nace el alba
con un tango trasnochado.
Malva... tu roja boca
Malvaloca te ha pintado.
Triste ya te dormiste
sobre la calle pobre.
Malva de luna y alba,
desteñida en el balcón.
Planta sin amor, dolor de ser sin ser,
miró por un querer que no llegó.
Tímida y feliz, Malvaloca, duende gris,
juega en la neblina de la esquina.
Torna en el rodar de un silbo que tal vez
devuelve por las calles su niñez.
Y en una claridad de luna
¡qué luna igualará su palidez!