Porque este extraño escalofrío
incandescente en nuestras brasas
se muda del calor al frío
como la muerte nos traspasa,
porque mañana ya es muy tarde
y las guadañas no están presas,
porque el rescoldo que aún nos arde
dispara chispas de pavesas...
Amiga mía, yo te pido,
en esta quema a la deriva,
tu corazón más encendido
para que el soplo nos reviva
latido a latido,
latido a latido.
Porque te amé hasta las cenizas
de un fuego que aventamos juntos
y se resiste y aún atiza
desde sus cirios de difuntos,
porque vivirte fue un impulso
que vomitaron los volcanes
porque su lava, ya sin pulso,
aún nos baña en alquitranes...
Amiga mía, yo te pido,
en esta quema a la deriva,
tu corazón más encendido
para que el soplo nos reviva
latido a latido,
latido a latido.