Viejo sinvergüenza
morirás un día de éstos
con el rabo entre las piernas,
como un perro enfermo,
callejero.
No te da vergüenza
cuando ves en el espejo
la orgullosa complacencia
ante el pellejo,
coquetuelo.
A tus años, a tus años,
loco enamorado de la belleza,
que no hay lecho que resistas
sin una hembra, sin una hembra,
viejo sinvergüenza,
¡cuánta razón llevas!
Y sin darte cuenta,
entre Bárbara y Remedios
vas a entrar en los setenta,
cuéntame el secreto,
puñetero.
Y eso que en la guerra
te cortaron algún miembro,
menos mal que fue la oreja
que enviaste a Chelo
por correo.
Si casi no pesas,
te estás quedando en los huesos,
y aún me dices que Carmela
tiene más trasero que la "Pelos".
Y cuando te mueras,
que será pronto, me temo,
con las farras que te pegas,
irás al infierno,
a lo bueno.
Te pondré una vela
con muchísimo respeto
como símbolo y bandera
de tu gran..."talento",
pendenciero.