Todos los jueves del año a las once la mañana,
junto a la plaza de mayo, con lluvia frío o calor,
te esperaré vida mía frente a la Casa Rosada,
la espina de tu mirada clavada en mi corazón.
Me dicen que no te fuiste,
mi bien, que te desaparecieron,
que te vieron en ¡a cuneta,
cantando el «Yira» de Carlos Gardel,
que de pronto te esfumaste,
que te borraron del mapa,
que ni siquiera naciste,
que medio loca mamá te inventó.
Con Malvinas o sin Malvinas
grito tu nombre por las esquinas
mientras que los generales
se dan al tango por los portales.
Tango de las madres locas.
Coplas de amor y silencio.
Con vida se los llevaron y con vida los queremos.
Con Malvinas o sin Malvinas.
¿Dónde está Pedro? ¿Dónde está Lydia?
Con Malvinas o sin Malvinas
grito tu nombre por las esquinas.
Cada vez que dicen: patria,
pienso en el pueblo y me pongo a temblar
en las miserias que vienen
y en los fantasmas de la soledad.
Petronila, ¿qué te hicieron?
¡qué mala cara tenéis!
-La que me dejó Videla -A mí Galtieri, ya ves...