El Hombre De Una Sola Oreja
El hombre de una sola oreja
hace milagros
le da de su paleta
lirios al campo.
Y pone remolinos
de sol a cuestas
entre los campesinos
y los poetas.
El hombre de una sola oreja
en sus crisoles
funde las amapolas
con girasoles.
Todo es verde y es rojo
y es amarillo,
del color de sus ojos
a sus fondillos.
El hombre de una sola oreja
no pinta sombras;
la luz y el color no las dejan
andar de ronda.
El hombre de una sola oreja
tiene una silla
desvencijada y vieja
en su bohardilla.
Sentado está penando,
un pobre anciano
llora, llora, llorando
sobre sus manos.
El hombre de una sola oreja
al sur, sediento
abre la fumarola
de su talento
en el ""Café de noche""
y en la ""Arlesiana""
el sur es un derroche
de filigrana.
El hombre de una sola oreja
no pinta sombras;
la luz y el color no las dejan
andar de ronda.
El hombre de una sola oreja
entre los astros
enajenado vuela
por el espacio
y cada pincelada
es una hoguera
que enciende la alborada
de otra quimera.
Al hombre de una sola oreja
con sus quebrantos,
se lo llevan las olas
del desencanto.
El ya sabe de sobra
que no hay coartada:
si no importa su obra
no importa nada.
El hombre de una sola oreja
no pinta sombras;
la luz y el color no las dejan
andar de ronda.
Y el hombre de una sola oreja
con su amargura
aborda las callejas
de la locura.
Buscando la salida
da en el hechizo
de quitarse la vida
y así lo hizo.
El hombre de una sola oreja
no pinta sombras;
la luz y el color no las dejan
andar de ronda.