Alma mía... cómo pesan en tus alas las ausencias,
cada día van sumando soledades indefensas;
lejanías, avaricias, ansiedades y desvelos
y una umbría sensación de irrealidad y desconsuelo.
Alma mía... siempre en guardia vigilando mis
entornos,
día a día, mitigando los abusos y sobornos.
Candilejas que me acosan sin clemencia con su brillo
y que dejan una extraña sensación en mis sentidos.
Alma mía... qué daría por volver a verte libre...
sin estrías, dolorosas de misiones imposibles.
Como antes... por delante de mis sueños y quimeras...
Anhelante... de entregarte como fuera y donde fuera.
Alma mía... cualquier día te irás yendo despacito;
ya no mía... tu energía liberada al infinito....
con tus velas... portadoras de la luz a todas
horas...
sin estelas... que te duelan, como duelen las de
ahora.
Alma mía... son tan frías las urgencias cotidianas...
¡qué manía... de invertir cada presente en el
mañana...!
¡qué locura...la premura de vivir en cautiverio...!
ataduras...por pavura irracional a los misterios.
Alma mía... cuántas veces te he dejado abandonada
en la vía de los trenes que van sólo de pasada.
Cicatrices... sacudidas que la vida me ha causado,
infelices... horas grises que los años no han
borrado.
Alma mía... menos mal que no te entregas derrotada;
yo diría... que es a causa de seguir enamorada.
¡Sensiblera... soñadora... perdedora o tempestiva...!
¡Compañera... a pesar de los pesares, sigues viva!.
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J. C. M. P.