Los Incurables
Si te postran diez veces, te levantas,
otras diez, otras cien, otras quinientas.
No han de ser tus caídas tan violentas
ni tampoco, por ley, han de ser tantas.
Con el hambre genial con que las plantas
asimilan el humus avarientas,
deglutiendo el rencor de las afrentas
se formaron los santos y las santas.
Obsesión casi asnal, para ser fuerte,
nada más necesita la criatura,
y en cualquier infeliz se me figura
que se rompen las garras de la suerte.
¡Todos los incurables tienen cura
cinco segundos antes de la muerte!
1
No te des por vencido, ni aún vencido,
No te sientas esclavo, ni aún esclavo.
Trémulo de pavor piénsate bravo
y arremete feroz, ya mal herido.
2
Procede como Dios que nunca llora,
o como Lucifer que nunca reza,
o como el robledal, cuya grandeza
necesita del agua y no la implora.
3
¡Ah!. ¡Nunca quieras remediar entuertos!
¡Nunca sigas impulsos compasivos!
¡Ten los garfios del odio siempre activos
y los ojos del Juez, siempre despiertos!
¡Y al echarte en la caja de los muertos
menosprecia los llantos de los vivos!
4
No digas tu verdad ni al más amado.
No demuestres temor ni al más temido.
No creas que jamás te hayan querido
por más besos de amor que te hayan dado.
5
Y el sol, el padre sol, el raudo foco
que lo fomenta todo en la Natura,
por fecundar los polos no se apura,
ni se desvía un ápice tampoco....
¡Todo lo alcanzarás, solemne loco,
siempre que lo permita tu estatura!