Ese eterno monólogo interior
por un momento habrá que silenciar,
si por él fuera, nunca voy a escuchar
lo que se oye desde el más allá.
Y todo el tiempo habla sin parar,
yo ni pregunto y me suele contestar,
como una mosca que se me metió
en mi cabeza, no para de aletear.
En todo el tramo de su infinita oración
hay un silencio para respirar,
si siempre espero lo que me va a decir,
yo sólo escucho lo que me va a asfixiar.
Y todo el tiempo habla sin parar,
yo ni pregunto y me suele contestar,
como una mosca que se me metió
en mi cabeza, no para de aletear.