(Sobre el dirigente comunista Elías Lafferte Gaviño [1886-1961])
Lo llamamos el viejo, el maestro, el camarada.
Vagó por pampa y cielo, de noche o bajo el día.
Allí sus manos abrazaban la pobreza,
su palabra de látigo rugía.
Le dieron por eterna compañera
la sonrisa de Lenin, la esperanza,
y caminando a lo largo de la patria
al proletario, al afligido, dio confianza.
Hoy es la hora del tiempo,
hoy es la hora del hombre,
Lafferte, Lafferte, las banderas
van repitiendo tu nombre,
ahora, camarada Elías Lafferte.
Llegó Lafferte al campamento
y sacudió cansado el polvo del minero.
Miró en el surco al campesino
y le habló de un mundo justiciero.
Palideció la noche, temblaron los amos,
abrió los ojos la mujer sufriente,
y el aire, el alma, la vida entera
recibieron de su mano la simiente verdadera.