Ingenua la luz de la luna me abraza
Tiñendo de elegante plateado
Parte de mi solitaria figura,
Que aún en vano piensa en tí.
Arrancas de mi todo deseo
Del aquí hoy vivir
Al verse forzada al sin ti deambular.
Ser un vago espíritu errante,
Vacío por dentro,
Morando por los senderos de la melancolía.
Encontrando en cada figura
Una imagen que no fue.
Y con tan duro pesar
Desde lo más profundo de mi escencia
Mi alma solloza sin fuerzas
Rogando el final de su desgraciado alumbrar.
Con terrible eco sobre la vacía habitación
Retuercense mis entrañas
Como advirtiendo su goteante final,
Mientras cegadas por dolor
Mis pálidas manos auxilian mi ser
Con el tajante brillo del filoso metal.
Adentrada la noche el cielo suplica
Con piadosa lluvia para aquel destino cambiar,
Pero ignorado por mi innegociable decisión
Su ira desata con un violento chasquear.
Suspiro Intraural...
Empapado en furia me dirijo
Hacia aquel verde paraíso donde rechazaste mi amor,
Para convertirlo en mi tumba
Y mi ya palpable final.
"Hasta aquí llegaron mis pasos,
Mi aliento, mi sufrir.
De ahora en mas no será mi alma
La que arrastre los grilletes del
Sufrimiento eterno del no tenerte.
Arrastraré mi esencia lejos de aquí,
Donde tu nombre no sea más
Que el mero recuerdo del porqué
Habré quitado mi vida.
Y en mi epitafio no habrá
Más que dos palabras:
María Magdalena"
( Postmortem
María Magdalena: )
¿Qué haz hecho, alma mía?
Arrancaste de mi lo mejor que tenía.
Arruinaste esperanzas de por fin algún día
Mi profundo secreto contar.
Más quizá no entiendas estas simples palabras
Por la gran ironía que te robó de mi lado.
Y siendo ya tarde sólo quedan mis lamentos
De aquella seca tarde de otoño
Por tu petición rechazar.
Y es que yo, tan triste e insignificante,
Temíame indigna de tu vida acompañar.
Y es así que tras tal cobardía
Ofrendo mi vida al dios Poseidón
Para así ahogar mi tristeza en la esperanza
De reencontrarte (y así remediar mi fatal error.)