Inquisidora yace bajo la piel,
Ruin Centinela, frenética, atroz
Devorando la infiel cordura,
Enviciando de ira mi sangre.
Marchan frágiles días en agonía:
Absurdo vacío hediondo en furia,
Que me ahoga, y me arrastra a
Este delirio agriado en injurias.
Ahora es claro el etéreo murmullo:
Sus sentencias de odio hablan de vos
de tus engaños y farsas propugnadas.
Implora, Ruega que caigas abatido.
Egoístas serpientes de labia falaz
Reptan consumiendo mis escrúpulos
Sus lenguas de impertinente arrojo
Invaden sentidos, sacrifican la razón.
Y en un arrebato de ajena ira
Voy a vos, avasallante, impío
Incinerando todo a mi paso
Sin temores, ya no dudo.