Relámpago de luz,
forjé en mi vida gris
tan pronto te perdí, ¿por qué?
Cansado de rodar y rodar
tu camino seguí sin poderte encontrar.
Mis pobres ojos ciegos van buscando,
van llorando entre las sombras
que te nombran y te nombran.
Relámpago de luz
y luego nada más,
que el peso de mi enorme cruz.
Hay un ansia que en mi pecho
me dice con angustia,
es la frase que martilla:
"No nos veremos nunca".
Es el saber que en mi suerte
un silencio que es la muerte
me contesta del ayer.
Es el eco que en la noche
repite en la penumbra,
con acento de reproche:
"No nos veremos nunca".
Es el pasado miedoso
que al volver
me va diciendo: "¡Se fue!"