Ya la tarde se escondía junto al sol
cuando fue que se encontraron,
Juan Carmona en su azulejo,
Cruz Maidana en su tobiano.
La amistad de Juan Carmona no valió
ni pa’ carne de cogote...
Cruz Maidana lo rastreó hasta el fachinal,
sin descansar, igual que un cimarrrón.
Sediento de rencor y de venganza
levantó su mano mansa
pa’ cobrarse la traición.
Buscando con empuje de tormenta
de saldar la sucia cuenta
corazón por corazón.
La noche parecía llorar sangre
y el brillar de los cuchillos
reflejó en el fachinal.
Y el viento le rezó en su ronda fría
a un paisano que moría
abrazado a su bagual.
En su vida humilde y buena hubo un mojón
que Cruz quiso con locura.
Era rubia como el trigo,
era linda y era pura.
En su amor de campo abierto, luna y sol,
le clavó un carancho guampa,
¡y que chica fue la pampa para aquel
que le partió a Cruz el corazón!