El terror que producen las uñas
cuando se clavan en el aire,
algo así como la pupila ametrallada
por la primera luz después del sueño,
como las palabras en su doble trampa
de muro y de espejo,
como la heroica decisión
de seguir esperando no se sabe qué.
Cierto que la estupidez
(que posee una peligrosa capacidad
para tomarse a sí misma en serio)
dulcemente asesina.