Miro en el reloj y los segundos van latiendo
en una estúpida manía circular.
En el ojo sucio del espejo
un rostro exhausto me consuela con un gesto familiar.
Junto a tu fotografía se amontonan las colillas en el cenicero residual.
Huele a besos todavía la almohada que dormía sueños de algodón y celofán.
Leo el libro de poemas que robamos
en un arrebato de infección sentimental.
Una fina lluvia va rompiendo en los cristales
largas lágrimas que empiezo a tutear.
Los zapatos que dejaste calzan pasos en el aire
que el silencio me obliga a escuchar.
Viene un coche por la calle pero no lleva equipaje,
tal vez sea el que venga detrás.
Miro en el reloj y los segundos van latiendo
en una estúpida manía circular.