El bar que me cobija no vende más recuerdos
ni guarda nuestra mesa pegada al ventanal
No hay rastros de tus alas ni llora en este invierno
-como un tren sin distancia-, la angustia de esperar
Y yo tampoco espero que vuelva tus promesas,
hace tiempo no fuimos y no seremos más
Un hombre es como un libro, la soledad lo angustia,
se diluyen sus sueños, se humedece su amor
y se pone amarillo, palidece y se agobia
Ya ves como el olvido se traga a la razón
No se llora lo que nunca amaste,
lo que nunca jamás existió
No pretendas buscar en el agua
una huella que nadie dejó
Hay un ciego en la esquina del tiempo
cuyo barco no tiene timón,
ya no sabe –cuando sopla el viento-,
si está en puerto o deriva hacia el sol
Así tampoco espero que vuelva tus promesas,
hace tiempo no fuimos y no seremos más
¿Quién sabe dónde viven los deseos que un día
la infancia en su inconsciencia dispuso a navegar?
La memoria es la carne que dispone en los huesos
lágrimas y señales, que nadie acatará
No se llora lo que nunca amaste,
lo que nunca jamás existió
No pretendas buscar en el agua
una huella que nadie dejó
Hay un ciego en la esquina del tiempo
cuyo barco no tiene timón,
ya no sabe cuando sopla el viento,
si está en puerto o deriva hacia el sol