Estando solo todo se puede desolar,
y ahí nada ansío, más que nada esperar.
En el desierto es difícil ocultar
toda la mente que me trajo hasta acá.
¡Por favor!
Ven y róbame de ti.
¡Óyelo!
Con aquel grito enmudecí.
¡Se perdió!
En el vacío frente a mí.
¡Y acá estoy!
El todo de repente se ausentó.
Con mi mirada de acantilado
veo las olas de la nada golpeando
allá abajo, donde todo es profundo,
como el cielo que su orilla recorre.
¡Por favor!
Ven y róbame de ti.
¡Óyelo!
Con aquel grito enmudecí.
¡Se perdió!
En el vacío frente a mí.
¡Y acá estoy!
El todo de repente se ausentó.
Es mi mirada de acantilado,
el horizonte ya no tiene adónde ir.
Y no estoy ciego, sólo hay nada frente a mí,
ahora te veo como nunca te pedí.
¡Por favor!
Ven y róbame de ti.
¡Óyelo!
Con aquel grito enmudecí.
¡Se perdió!
En el vacío frente a mí.
¡Y acá estoy!
El todo de repente se ausentó.