La sangre se inquietaba en mis venas
y aquel verano al norte partí
para olvidarme de mi rutina
y sentirme liberado al fin.
Ver la tierra bañada de sol,
respirar aire en las alturas,
llenar el cuenco de mis ojos,
con lo más frágil de la locura.
Pero también la realidad mostró
otro reflejo en ella
cuando me habló un hermano al que también,
me llevó la huella.
Ya que vas a escribir, dijo,
cuenta de mi pueblo,
pobreza y dolor sólo trajo el progreso,
la cultura de la traición y los indios en los museos.
Me invitó a mascar de su hierba
y a morder de la pura verdad
me preguntó de que se ocupaban allá
en la capital
y yo sólo tuve palabras para definir la injusticia
y que sólo aspiraban al fruto de la propia codicia.
Al fin ví la tierra bañada de sol,
respiré aire de las alturas
y llené el cuenco de mis ojos,
con lo más frágil de la locura.
Ya que vas...