Desde el sofá, tu pucho empieza a envejecer
(su espalda llora, sola en el balcón).
En su jardín regaste flores que -al final-
murieron junto con su ingenuidad.
Rendida cierra los ojos, riendo el dolor,
(el día muere en la noche y renace en el sol).
Tu huracán se duerme calmo en su Bombón,
y aún así seguís salando el mar.
Se romperá en llantos dulces que serán
la última pulsión de tu corazón.
Hay tormenta en tu corazón...