Abrió las alas de su voz
Y deslizó cosquillas de agua clara
Su lengua aguda se atascó
Al sur del sur de su garganta
Sus ojos de luna y carbón
Dieron a luz a horas del día
Y un hueco eterno dibujó
Como vacío de mis caídas
Se que ya no voy a volver a verte
Se aquella vez fue la última vez
Bajo aquel umbral se sentó mi suerte
Y un tibio desaire se puso de pie
Cerró las alas de su voz
Y sentenció alfileres de aguardiente
Su lengua sorda enmudeció
Y conocí su faz silente
Sus ojos fueron un papel
Solo un papel sin voz ni alma
Ni su perfume supo a miel
Ni su presencia fue mi calma
Y ahora te veo tan libre en tu vuelo
Y no sos más que otro pájaro más del pajar
soñando cielo
Sin aquíes ni allases
Sólo te hallas allí donde yaces
Y yacer y huir no es vivir, sabelo.
¡Pero qué poco me importas mujer,
pero qué poco me importas!
Sos la ceniza de un cigarro más,
Sos el aroma que olvidé.