Desperté entre cenizas y polvo
a la sombra falaz de tu negra verdad
Camino entre niebla, sucumbo al olvido
Las cadenas ahora sufren por mí.
Antaío la muerte caminaba conmigo
Ahora cabalga tras un nuevo afán
Las dunas perecen en furiosos vientos
Gritos de auxilio no se escuchan más.
Ahora en silencio yace el prisionero
En sus manos reposan maldades de acero
La cruz de hierro no cubre el dolor
Luz de sus ojos se ha extinguido la pasión.
El silbido del viento apaga el lamento
Lamento de sangre, ritual ancestral
La luna se extingue de momento a momento
El sol languidece en agonía mortal.