1927
Música: Julio César Sanders
Letra: César Vedani
Adiós muchachos, compañeros de mi vida,
barra querida de aquellos tiempos.
Me toca a mi hoy emprender la retirada
debo alejarme de mi buena muchachada.
Adiós, muchachos, ya me voy y me resigno,
contra el destino nadie la talla.
Se terminaron para mí todas las farras.
Mi cuerpo enfermo no resiste más.
Acuden a mi mente recuerdos de otros tiempos,
de los buenos momentos que antaño disfruté,
cerquita de mi madre, santa viejita,
y de mi noviecita, que tanto idolatré.
Se acuerdan que era hermosa, más linda que una diosa,
y que ebrio yo de amor, le di mi corazón.
Mas el Señor, celoso por sus encantos,
hundiéndome en el llanto me la llevó.
Es Dios el juez supremo, no hay quien se le resista,
Ya estoy acostumbrado, su ley a respetar,
pues mi vida deshizo con sus mandatos
Llevandome a mi madre y a mi novia también.
Dos lágrimas sinceras derramo en mi partida
por la barra querida que nunca me olvidó,
y al darle, mis amigos, el adiós postrero
les doy con toda mi alma, mi bendición.
Adiós muchachos, compañeros de mi vida,
barra querida de aquellos tiempos.
Me toca a mi hoy emprender la retirada
debo alejarme de mi buena muchachada.
Adiós, muchachos, ya me voy y me resigno,
contra el destino nadie la talla.
Se terminaron para mí todas las farras.
Mi cuerpo enfermo no resiste más.