Hay un lugar, muy cerca de aquí
donde no llega el aire.
La luz del sol no puede pasar
se disuelve entre humo.
La fábrica tiene un ritmo infernal
día y noche, no quiere parar.
Los coches invaden todo lo que ven sin cesar.
Grupos de gente sin nada que hacer
se calientan las manos,
miran al fuego, quisieran saber
cuál será su futuro.
Les han prometido un gran porvenir
si soportan lo que ha de llegar,
mientras la espera se alarga aún más, qué más da.
Mi ciudad no está para bromas, no puede esperar.
Mi ciudad quedó como centro en la inmensidad.
Mi ciudad sirvió de refugio a quien necesitó.
Un horizonte para comenzar, un lugar donde vivir.
Casas en ruina, visible humedad
que se agarra a los huesos.
Viejas farolas, no alumbran ni a dios
en las noches de invierno.
En un laberinto de calles sin fin
codo a codo debemos vivir.
Los niños se fueron, querían jugar,
qué más da.
Alzo mi voz, juro que no has de morir
y si te puedo ayudar, aquí estaré.
[Letra y música: Jerónimo Ramiro]