Cosillas del alma que hacen llover
la esperanza en saber creer en ti.
Y lo he podido ver,
la verdad del buen querer.
¡Pero que nunca jamás pare de llover!
Lluvia de julio,
parece que va a caer el cielo
sobre el gris asfalto.
Huele a tierra mojada,
¡azul del mar!
de espuma se vuelve la ciudad.
Parece que va a caer,
¡noche mojada!
Unas risas, recogemos
y aquí no ha pasao nada.
Parece que va a caer,
¡noche mojada!
al calor, al calor
se seca la colada.
Lluvia de invierno,
tú no me dejabas ver el cielo,
hielo entre aguaceros.
Ahora, al calor del fuego,
¡luz y color!
un trueno nos anuncia el chaparrón.
Parece que va a caer,
¡Noche mojada!
parece que va a caer,
¡noche mojada!
al calor, al calor
se seca la colada.
Y siento
que el agüita en la plaza
ha parao el tiempo.
Y pienso
que ya no puede pasar
ni un minuto más.
Y siento
que el agüita en la plaza
ha parao el tiempo,
el tiempo que yo me invento
cuando la luz de farolas
me esconde la verdad.
Lluvia, lluvia, cae fresquita
sobre los charcos
de los hielos derretidos va,
¡Agüita, agüita!
de esa no, de la que pega
pero no pica.
Apunta alto, al corazón,
no a la cabeza,
que de uniforme no me vas
a echar de aquí,
que si hoy me voy
mañana vuelvo con más fuerza,
que las paredes me guardan el eco,
¡ay! ten cuidao y si disparas
apunta alto al corazón, no a la cabeza;
con más de 2 y 3 palabras
me hablas alto al corazón,
no a la cabeza,
que si no existe cazador
no existe presa,
apunta alto al corazón,
apunta alto al corazón.
Y siento
que el agüita en la plaza...
Cuando las cosas del alma
se traducen en un verso
y los hombres utilizan
el lenguaje como medio,
se recupera la esencia
de los antiguos misterios,
y se airean las razones
de los ingenuos secretos.
Cuando las cosas del alma
rompen con el silencio,
y el hombre se hace mas hombre
al arañarse por dentro,
su mundo se descompone
para crearse de nuevo
y se comparte la vida,
y se contagian los sueños.
Cuando las cosas del alma
no se toman tan en serio,
y los mundos se reducen
a cuestiones de dinero,
la vida pierde el sentío
y pierde los argumentos,
los hombres empèqueñecen
y se sienten como los cerdos.
Y siento...
Y pienso...