Si esta oscuridad me dejara ver,
si el caudal de mi río fuera manso.
Si las piedras vinieran hacia mí,
no tendría que andar buscando.
Triste la tarea de este shamán,
no espera que se seque el río.
Se hunde hasta el cuello sin saber
si se lo lleva el agua.
En la oscuridad bajará
y ahí es donde el miedo confunde
lo deseado, el sueño, el frío y la desilusión.
Piedras que son la luz de mis venas,
mi idiotez no me llevará a ellas.
Shamán que vive en mí y apuesta a lo perdido,
falaces esperanzas que apuestan a la vida.