Esta noche poblada de estrellas,
mientras te hallas tranquila
dormida, yo he venido a turbarte
mi vida, porque te amo
con loca pasión.
Y he venido a decirte mis ansias
porque lejos de ti sufro tanto,
que no encuentro en mi amargo
quebranto que consuele
mi grande aflicción.
¡Yo no sé qué me has hecho,
alma mía, que no puedo vivir
sin tu amor!
¡Y que paso muy triste los días,
sollozando de angustia y dolor.
Y estoy solo, sufriendo las penas
que me condenan
tanto a sufrir,
mientras vivo pensando
que me amas y que me llamas
con frenesí...
¡Si quisiseran mirarme tus ojos
con la misma pasión que te miro,
bien sabrías que en cada suspiro
mi cariño se acerca hasta ti!
¡Y si tu alma llegara a la mía,
y me viera postrado de hinojos,
me darían, amada, tus ojos
el cariño que a darte aprendí!