Te puedo asegurar
que sos para mí
lo que ya sabés.
La perfumada flor
que a mi corazón
conquistó una vez.
Es que la gracia tuya
tiene el encanto
de abrasar la pasión
del que te quiere tanto.
Y eso quiere decir,
no me abandonés,
reina de mi amor.
Déjame suspirar
siempre hasta morir,
contemplándote,
envuelto en tu mirada
llena de fuego
y así poder sentir
tu cariño fiel
que es mi vivir.
Ninguna mujer me puede dar
lo que me das, lo que ambicioné
y al fin llegó con la verdad.
La caricia buena con esa riqueza
que vos tenés en el alma
que nunca dejó de soñar.
Si fue tu esplendor
que con su luz iluminó
a nuestra amistad
que sólo Dios puede apartar.
Feliz y orgulloso
me siento al decirte
que soy dueño de un querer
de un querer igual
al que yo te doy.