Ya deshojamos la espera,
ya recogimos la flor,
se enredaron nuestras manos,
nos encendimos los dos.
De mi altar, el caramelo,
desenvuelto para ti.
De mi altar, el caramelo, (bis)
ni lo tienes que pedir.
A lo mejor fue tu pelo
enroscándose en mi voz,
o tal vez tus ojos negros
empapaditos de amor.
Por tu ser, delicia mía,
se me ha abierto un ventanal
y no sé si habrá una cosa
que ahora me pueda asustar.
De mi altar, el caramelo,
desenvuelto para ti.
De mi altar, el caramelo, (bis)
ni lo tienes que pedir.