Aunque te cases de blanco
y en los mejores altares,
aunque luzcas corona
y ramo de azares;
aunque escuches
que te digan esposa,
y aunque luzcas
anillos, alhajas y rosas,
te sentirás en tu ser
poca cosa.
Y despertaras en tu lecho
sintiéndote siempre culpable,
y lloraras en silencio,
y te arrepentirás muy tarde
de haberme cambiado por otro;
y entonces sabrás
que aunque te casaste de blanco
y en los mejores altares,
aunque luciste corona
y ramo de azares,
no podrás ser feliz con nadie
pues yo fui tu gran amor
y fui el primero.