La voluntad atada y no,
no hay nada que hacer
contra una mujer
que nos atrapa.
Aparta con la mano luz
de sombra y su voz
se vuelve sin más
fuego y desvelo.
Trueque de sonrisas por el sol
rentando la razón como serpiente
y nada nos detiene ante su faz
ya somos uno más
de los que pierden.
La voluntad atada y no,
no hay nada que hacer
contra una mujer
que nos atrapa.
La noche decolora en gris
y el tiempo entre más
transcurre la paz
nos va dejando.
Luego sigilosa la verdad
detrás del ventanal nos mira
y a solas nos descubre algún dolor
baila mostrándonos
lo que es la vida.