Salve, hermano lobo,
perdido en el desierto,
saciaste tu apetito,
una vez más contento
y vuelves con la panza y el hocico satisfechos,
no hay nada que te aleje del instinto, lobo viejo.
Salve, hermano lobo,
te espera la manada,
podrás contarnos todo
o no decirnos nada.
Acaso la inocencia de tus patas lastimadas
disculpen tus bravatas y te ponga en paz el alma.
Hermano lobo quién puede decir cuál es tu piel
si vistes de cordero y lo haces bien.
Qué dulce tu mirada y qué sensual tu condición,
la abuela en el armario y tú al colchón.
No esperes que te crea trolerón.
Salve, hermano lobo,
de Washington a Rusia
proclamas a tu modo
tu dignidad, tu astucia.
Fue dura la pelea contra el oso carnicero,
venciste aunque pasaran otra vez sobre el conejo.