No quisiste subir a mis sueños,
desprenderte del suelo hasta volar.
No quisiste tapar con tu cabello
mis eternos errores de mortal.
Y no bastó una canción
para hacerte sentir.
Se apagó mi calor
con la nieve de ti.
No pudiste mirar a las estrellas
sin medirle la cola al escorpión.
No escapó ni un minuto de tus horas
para oír lo que grita, para oír lo que grita,
para oír lo que grita el corazón.