A ver, che, mocito, portame cigarros...
Y ensille ese vaso de nuevo, otra vez,
Que yo no me sumo con esos otarios
Que chupan de bronca, llorando después.
Yo tomo el ricino sin pena ni agravio,
Que, al fin, a un disgusto lo mata un placer...
¡A qué andar con vueltas, si es largo el rosario,
Cortado al despecho por una mujer!
Y, si llegase a añorarla
Porque, al final, la he querido,
No he de arrumbarme, abatido,
En un rincón del café,
Ni he de sacar un pañuelo
Para llevarlo a mis ojos,
Ni lagrimear como un flojo
Porque en la vía quedé.
¿Se fue? ¡mala suerte! Café y pan criollo...
¡Qué tanto merengue: "que vuelva la infiel"!...
Si aquel que se arruga pidiendo socorro
No es hombre ni tiene vergüenza con él...
¡Qué adiós, bulincito! ¡qué adiós, aliviada!
¡El paco'e valerios, todo a ganador!
¡Paciencia, compadre! ¡no escupa la estrada!
De vuelta al convento, no pase calor.