Dejando vivir
Es una tarde bajo la arboleda, / lánguido estío de luz medieval.
Sobre un lecho mullido de agujas / exploramos piel y tacto,
piel y tacto de húmeda piel. / En los labios, perlas de brillo salado
y cetros y coronas para adueñarse
de la noche entrante de acebuches / y flamígeas nubes de rojo.
Dejando vivir, dejando crecer / la fantasía loca del amor.
Dejando vivir, dejando crecer / en nuestro pecho los molinos
que mueven el soplo de algún loco dios.
Dejando surgir, dejando crecer.
Es una tarde bajo la arboleda
y la esperanza un destellear que ofrece
fragancia de estrellas de pérgola
reflejadas en los charcos, asideros salvos,
blanca estela que empuja a existir.
Dejando crecer hasta extinguir / cuando agotados los misterios
el hastío descifrado / agota pasado y pasión.
Dejadlo morir apagándose ya/al torbellino envolvente en su remitir