Desperté sin querer, empapado en sudor
va ser otro día largo, un tanto en vano,
agobiante, una prisión.
tengo que inventarme algo, un nuevo engaño, para sobrevivir
tanto tiempo de desengaño me está haciendo daño
y no puedo huir de mi.
Es la hora del adiós, una pistola sin balas,
es tu rostro en la pared diciendo “no me invadas”.
A veces no hay remedio para enfrentar una desilusión
viviendo curás heridas no hay otra salida,
no quiero medicación.
tu voz me alienta y me refresca, urge un cambio de timón
tal vez sea nuestro momento, comienza ya la demolición.